POLITOLOGA ROSARIO ESPINAL DICE LEONEL CONTROLA LOS PODERES QUE EL MISMO HIZO MILLONARIOS


Los ocho años de gobierno de Leonel Fernández que finalizaron esta semana se caracterizaron por la ejecución de un amplio programa de obras públicas urbanas y el incremento de los programas de asistencia social focalizados e individuales que se transformaron en clientelismo político, afirmó la politóloga Rosario Espinal.


Sostuvo que al enfocarse en la construcción de metro, túneles y elevados, Fernández transformó la parte urbanística de Santo Domingo, donde se concentró la inversión pública, a la par que promovió el empleo y la acumulación de capitales en manos de políticos y empresarios.

Entrevistada en el programa “De la semana”, que dirige Pablo McKinney, Espinal subrayó que la parte negativa es que no hay transparencia en la concesión de esas obras, hay sobrevaluación, las cosas no siempre se hicieron por el costo real y en algunos casos era discutible si eran tan urgentes.

Admitió que con las obras públicas algo llega a la masa de obreros que participaron en la construcción, y por arriba un grupo de contratistas hace acumulación de capitales.

“Leonel Fernández ha mantenido la clase que mantuvo (Joaquín) Balaguer, encabezada por sus principales dirigentes, pero además, creó una nueva clase político-económica”, expresó la catedrática universitaria.

Apuntó que “los grandes proyectos de construcción del Estado impulsan esa acumulación de capitales de políticos y empresarios. Leonel Fernández impulsó eso, lo mismo que hizo Balaguer”, porque eso le da capital político.

Manifestó que como resultado de ese ejercicio de poder, Fernández no solo tiene una gran influencia en los tribunales y poderes del Estado, sino que “controla a los sectores que aquí se han enriquecido en los últimos ocho años. Aquí hay mucha gente que se ha beneficiado de ese modelo y que tiene un vínculo con Leonel Fernández”.

Espinal indicó que la otra parte fue la inversión en programas de asistencia social focalizado e individualizado, “que en una sociedad clientelista y de alto desempleo, tienen un efecto clientelar, quiera un presidente o no”.

Consideró que para que los programas de asistencia no tengan un efecto clientelar, hay que impulsar programas universales, por ejemplo, la educación, que alcance a todo el mundo por igual. Un dispensario médico de calidad en un barrio al que puede ir todo el mundo.

La experta explicó que las presiones que tienen los gobernantes por crear empleos públicos y a su vez enriquecer a camadas políticas, provoca que los políticos no se concentren en la educación porque sería una inversión que se disgrega para su aprovechamiento clientelar.

“Por eso ha sido muy difícil que los gobiernos entiendan que para desarrollar a este país, para lograr que la economía dominicana sea más competitiva y más productiva y eso genere más empleo y salarios más altos, hay que invertir en la educación”, apuntó Espinal.

Advirtió que sin educación de calidad, “nosotros seguiremos siendo siempre un país subdesarrollado que compite a nivel doméstico e internacional en base a la mano de obra más barata y menos calificada, que siempre serán haitianos”.

A juicio de Espinal, la situación del país ha llegado a un punto en el que “el dominicano de capas media baja e incluso de capas medias que sueña con tener una mejor vida económica para sí y para sus hijos, tiene básicamente dos opciones: se mete a la política para tratar de ascender vía la distribución del presupuesto nacional donde los políticos o sus allegados se benefician más que el resto, o tiene que irse de este país”.

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